Parece que el problema es que ha ingresado a teletrabajar un tipo de trabajador presencial que va a seguir trabajando presencialmente así lo haga desde su casa. Si la empresa X tiene 1.000 empleados y aporta tanto al gobierno a través de impuestos; al gobierno, del país que sea, no le va a interesar que esos empleados desaparezcan o entren en una nebulosa difícil de regular. Entonces se trata de que ese nuevo teletrabajador este lo más regulado posible. Ni te vayas a mover de 9 a 17 hs de frente a tu computadora. Y sin duda que puede funcionar para muchas empresas porque si funciona que te controlen presencialmente, que lo hagan en forma remota no es tan complicado, basta con colocar una cámara que te vigile. Será un trabajo tele-presencial; el jefe te estará mirando, o tus compañeros o un simple software de control (no cubras la webcam). Pero no te preocupes, que todos tus datos e imágenes serán mantenidos en privacidad así como yo soy la reina de Inglaterra. Este tipo de trabajo remoto no tiene nada de parecido con el teletrabajo que he realizado todo mi vida o el que realizan millones de teletrabajores; trabajar por resultados, sin horarios y casi sin jefes.
Es cierto que el teletrabajo más libre no es para todos, por algo todos estos millones de nuevos teletrabajadores no habían ingresado, aun, al trabajo remoto; hay toda una cuestión de cambio cultural. De hecho, en estos meses de teletrabajo forzado, muchos defensores del trabajo presencial le han tomando el sabor a quedarse en casa. Otros seguirán trabajando en forma presencial porque tampoco hay que olvidarse que muchas personas no tienen las condiciones para poder trabajar en casa ( familia, hacinamiento, ruido, etc). En el libro, tomando como modelo países como Japón o Alemania que durante el 2019 tenían un 15-20 % de su población, en actividad privada, teletrabajando, predije que el techo de teletrabajadores para cualquier país de América Latina era de un 15-20 % en las mejores condiciones posibles. Y el tiempo me dio la razón ya que con la obligación de cuarentena llegamos a esos porcentajes. Lo cual indica que hay mucho terreno para recorrer ya que estos porcentajes no significan que el 75-80% del trabajo no pueda ser realizado en forma remota; solo indica que falta formación, cambio cultural o simple decisión política. En el 2018, Japón necesitaba más trabajadores japoneses y solo le quedaba gente mayor o retirada y muchos vivían fuera de las ciudades. La solución fue teletrabajo más incentivos. Y llegaron, antes del covid-19, a un 20% de la fuerza laboral privada haciendo teletrabajo. Pero durante el 2020 no pudieron hacer crecer mucho el porcentaje por una vieja tradición de sellados en papel. En todos lados el cambio cultural es fundamental para no quedar atados al pasado.
Lo ideal o lo que se haría en un mundo normal y sustentable (no en una nueva normalidad de protocolos) es que el trabajador trabaje donde quiera y como quiera siempre que pueda rendir lo que se espera de el. Es absurdo que todos tengan que cumplir un mismo horario como que todos fuéramos iguales. Si todos tuvieran que apretar tuercas sería valido, pero tenemos que remontarnos al fordismo para encontrar esquemas laborales de este tipo si bien aun existen muchos empleos donde las tareas son tan rutinarias que todos lo trabajadores rinden lo mismo dentro de un determinado horario, por ejemplo cajeros de supermercado, empaquetadores, periodistas de noticieros, etc. Pero hay millones de empleos, desde administrativos, creativos, sociales, etc y casi todas las profesiones liberales que no tienen porque cumplir un horario.
Entre un extremo y el otro está el esquema mixto de algunos días en la oficina y otro días en casa y no está nada mal ya que los días en la oficina sirven para el trabajo en grupo, determinar objetivos, pautas de trabajo y lo más importante conocernos mas.
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